En psicología, la resiliencia es la capacidad que tienen las personas para superar situaciones difíciles y adversas. La adaptación, el afrontamiento y la superación de las circunstancias complicadas son actitudes resilientes.
“Surfear la ola” es una expresión metafórica que habitualmente se utiliza para definir cómo una persona persiste ante la adversidad de la situación y que, por tanto, es resiliente. Ante una situación difícil como la pérdida de un ser querido, el diagnóstico de una enfermedad, la repetición de un curso académico o dificultades en las relaciones interpersonales con sus iguales, existen dos formas de abordar la problemática: aceptar la situación e intentar superarla o, por el contrario, aceptarla y no hacer nada al respecto. La primera opción, es la que implica la puesta en acción de la resiliencia. Así pues, esta es la capacidad de desarrollarse bien, de continuar proyectándose hacia el futuro, a pesar de acontecimientos desestabilizantes, de condiciones difíciles, etc. Las personas tenemos una gran capacidad de superación, ya que podemos cambiar y resolver determinantes elementos de la situación adversa.
El alumnado con altas capacidades presenta en muchas ocasiones (y si no es así, necesita ser objeto de intervención) un afán de superación, creatividad, descubrimiento, preferencia por actividades retadoras y, sobre todo, motivación y determinación para alcanzar sus metas. Estas características, promovidas desde el contexto familiar y escolar, son la base para la construcción de la resiliencia. Además, se ha observado que un alto coeficiente intelectual junto con factores como la autoestima, sociabilidad, motivación y consecución de logros, son componentes importantes y característicos para el desarrollo de la resiliencia.
A lo largo del ciclo vital, las personas atravesamos diferentes estadios que nos enfrentan a conflictos propios de cada etapa. La adolescencia es, por ejemplo, un momento madurativo en el que se encuentran con importantes desafíos y obstáculos, pues se configura la identidad, se inicia la independencia de la familia y, al mismo tiempo, se mantiene la conexión y la pertenencia al grupo. La resiliencia se convierte en una herramienta esencial para el alumnado en general y con altas capacidades en particular.
La resiliencia es una habilidad que puede ser promovida durante todo el ciclo vital, ajustándolo a cada momento madurativo. Desde esta perspectiva, la resiliencia es un concepto evolutivo que caracteriza los procesos dinámicos que facilitan la organización e integración de la experiencia en modos de funcionamiento adaptativos. Se reafirma la capacidad del ser humano de superar situaciones potencialmente difíciles y ofrece la posibilidad de desarrollo adaptativo en situaciones o escenarios conflictivos progresivamente. La resiliencia no nace con la persona, sino que es adquirida en su desarrollo madurativo, por lo que necesita ser sistemáticamente enseñada por los distintos agentes educativos.
Por consiguiente, es importante que los principales contextos en los que se desenvuelve el alumnado propicien la resiliencia. Es necesario que progenitores y docentes enseñen a los niños, niñas y adolescentes con altas capacidades a enfrentar las situaciones y escenarios difíciles; a no ser meros receptores y visionarios de la adversidad, sino que, realicen esfuerzos por sobrellevar y superar la situación compleja que se les presenta.
¿El alumnado con altas capacidades es más resiliente? Las altas capacidades se han relacionado tanto con factores protectores como con factores de riesgo en cuanto a la resiliencia.
Por un lado, se entiende al alumnado con altas capacidades como sujetos con unas herramientas más avanzadas para resolver problemas en sus habilidades sociales y morales. Estos factores se consideran como protectores, por lo que los niños y niñas con altas capacidades serán más resilientes y se enfrentarán con más éxito a las adversidades.
Por otro lado, el alumnado con altas capacidades se encuentra ante algunos retos externos a ellos, que los convierten en factores de riesgo. Por ejemplo, ser etiquetado o etiquetada como estudiante con altas capacidades, puede conllevar unas expectativas equivocadas en las personas adultas, como pretender un elevado rendimiento en todas las tareas en las que se embarcan. La presión y estrés que pueden sentir los y las estudiantes cuando no se satisfacen, cuando en el entorno escolar no reciben las medidas educativas pertinentes y se produce desmotivación, cuando no comparten intereses con su grupo de iguales y sienten rechazo…; desencadenan un conjunto de estresores externos a los que necesitan enfrentarse con mayor frecuencia que sus pares.
Por consiguiente, debido a la falta de información y formación respecto a los estudiantes con altas capacidades, a los mitos, estereotipos, sesgos y prejuicios, y la falta de una atención adecuada, diferenciada y acorde a sus necesidades específicas en el sistema educativo, en muchas ocasiones la autoestima y la motivación del alumnado con altas capacidades se resienten, dando lugar en muchas ocasiones al aburrimiento, la apatía, el encubrimiento de la capacidad o la frustración (y a no saber gestionar todo esto de un modo óptimo). Por eso, es importante ofrecer a los niños y niñas con altas capacidades herramientas necesarias para fortalecer su autoestima y crecer como una persona resiliente, capaz de enfrentarse adecuadamente a los problemas que surjan en el día a día, acompañándole y guiándole, enseñándole a afrontar diferentes situaciones complicadas, a no tirar la toalla, a ser tenaz, constante y capaz de luchar y alcanzar sus objetivos, aun cuando las circunstancias no acompañen.
Además, el estrés diario que puede llegar a acumular el alumnado con altas capacidades por no tener satisfechas sus necesidades cognitivas, sociales y/o emocionales puede a la larga deteriorar su bienestar, pudiendo llegar el alumnado a no alcanzar las metas y objetivos que dadas sus potencialidades sí podrían lograr. Si sumamos a esto que, cuando llegan a la etapa de la adolescencia se intensifican sus propios cambios internos y externos y sus logros se tornan más inalcanzables si cabe, por no haber adquirido las competencias clave ni las herramientas necesarias durante su infancia para superar con éxito los futuros obstáculos, su capacidad de resiliencia se resiente y no les es suficiente para salir a flote y cumplir sus expectativas adecuadamente.
Asimismo, en la actualidad, los niños, niñas y adolescentes, necesitan desarrollar fortalezas, adquirir destrezas para afrontar sus problemas, recuperarse de las adversidades y estar preparados para futuros desafíos. Por todo ello, la resiliencia adquiere en el alumnado con altas capacidades una perspectiva diferente al alumnado en general, que precisa de una atención tanto desde el contexto escolar como familiar. Además, la resiliencia desempeña un importante papel en algunos perfiles de estudiantes con altas capacidades como el alumnado con doble excepcionalidad o las alumnas, siendo un buen instrumento para continuar el desarrollo de sus talentos.
CÓMO FOMENTAR LA RESILIENCIA EN EL ALUMNADO CON ALTAS CAPACIDADES:
Autora: Cristina Espi
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