No existe manual alguno que nos enseñe a ciencia cierta todo lo que entraña la paternidad o maternidad. Es cierto que contamos cada vez con más información y el acceso a la misma se torna más sencillo gracias a medios de comunicación, Internet y redes sociales, lo cual facilita entrar en contacto con diversas orientaciones que pueden servir de guía o apoyo en la crianza de hijos e hijas, como habitualmente se tiende a decir “cada familia es un mundo” y aunque si bien es cierto que existen ciertos patrones comunes propios de nuestra cultura, la forma en la que se decide dar uso de dichas orientaciones son diversas en función de numerosos factores o variables, tales como:
Obviamente, todas estas variables y probablemente alguna más van a estar mediando en el estilo educativo de elección. Sin embargo, el objeto de este artículo va a versar en torno a una variable de vital importancia a la hora de ejercer la paternidad: el propio hijo/a. De hecho, todas aquellas familias que tengan más de un hijo/a probablemente habrán podido comprobar cómo de diferentes son sus hijos/as entre sí en cuanto a carácter, sensibilidad, expresión de habilidades o talentos particulares, grado de sociabilidad, etc., lo cual en consecuencia implica que de necesitar un manual para ejercer la paternidad, tendrían que poseer en realidad uno para cada hijo/a.
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Cuando nos adentramos en este terreno, podemos encontrarnos además con otra serie de particularidades con ciertos rasgos comunes, siempre desde la consideración de la propia diversidad y heterogeneidad y bajo el supuesto de no pretender establecer una norma exenta de excepciones.
En primer lugar, desearía romper algunos prejuicios que rondan también en torno a las propias familias de niños/as con altas capacidades con la pretensión de ir más allá del tópico “todos los padres piensan que su hijo/a es el más listo/a”. Lo que la experiencia nos viene mostrando a los profesionales que nos dedicamos a este ámbito de trabajo es que habitualmente nos encontramos con que esta familias pasan por una serie de fases desde el momento de la “sospecha” hasta aquellas circunstancias que van más a allá del momento de la confirmación por parte de un profesional, generándose habitualmente la pregunta “¿y ahora qué?”.
– “Empezó a interesarse por conocer las letras antes de cumplir los 2 años, PERO es que siempre le leemos cuentos y será por eso por lo que siente curiosidad”.
– “No había cumplido aún 1 año cuando empezó a interesarse por hacer puzles, PERO esto es normal, porque a mí siempre me ha gustado jugar con ella y como vi que le gustaba unir piezas, empecé a comprarle puzles aunque no fueran para su edad”.
– “Apenas empezó a caminar y cada vez que estábamos en el parque parecía que se preocupaba más por ayudar a otros niños que se hacían daño que por estar entretenido jugando en los columpios, PERO es lógico: en casa educamos para que se respete a los demás y nos preocupemos por ayudar a quien lo necesite”.
Por ello es bastante frecuente que sean personas ajenas al núcleo familiar (amigos, maestros, otros familiares, etc.) quienes les hagan ver que quizá eso que observan y que para la familia es normal, no es quizá lo más habitual en otros niños/as de edad similar. Este suele ser el impulso que suelen necesitar para tomar la decisión de comenzar una evaluación psicopedagógica desde una actitud de cierto escepticismo al principio, hasta que llega la confirmación a través de un informe y da lugar en consecuencia a la siguiente fase.
Para finalizar, quisiera reseñar que urge que como profesionales aportemos también comprensión al ámbito familiar, que habitualmente tienden a experimentar esta experiencia con elevado grado estrés. Debemos entender que al lado del niño o de la niña con altas capacidades se desarrolla también una dinámica familiar que necesita que nos preocupemos por ellos, de ahí que quisiera concluir con mi frase favorita de Carl Gustav Jung: “Conozca todas la teorías, domine todas las técnicas, pero al tocar un alma humana sea apenas otra alma humana”.
Autora: Sonia Blanco
Psicóloga Especialista en Altas Capacidades – Programa Despierta Lugo de Llanera (Asturias)