Hoy 25 mayo queremos ofrecer un breve tributo a Leta Anna Stetter (Leta Hollingworth) con motivo de su nacimiento hace 133 años (1886-1936). Sabemos que estas líneas dejan más que inacabada su labor y obra en la investigación de las altas capacidades y su defensa feminista, pese a ello, unas breves anotaciones nos hacen destacar el trabajo de quien muchos han considerado la “madre de las altas capacidades”.
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Hollingworth nació un 25 de mayo en una pobre granja de Nebraska. Su madre (fallecida cuando solamente tenía 3 años de edad) dejó como legado de la precocidad de su hija un pequeño registro de sus hitos evolutivos durante su primer año de vida. El abandono posterior de su padre y las dificultades a las que tuvo que enfrentarse cuando quiso recuperar su custodia, empoderaron a la niña acogida por sus abuelos maternos convirtiéndola en una eminencia. Sus primeros años de vida y posteriores desafíos fueron el principio de una vida impregnada de talento, centrada en el estudio de las altas capacidades y en la defensa de niñas y mujeres adultas.
En un contexto en el que la mujer era vista con una capacidad intelectual inferior al hombre, Hollingworth abanderó la lucha contra estas preconcepciones que incluso la supuesta ciencia defendía. En su tesis sobre la “Periodicidad funcional” demostró que las mujeres, con independencia del momento del periodo menstrual, eran capaces de ser tan productivas como cualquier hombre, desmitificando la posibilidad de insertarse las mujeres en el mundo del trabajo.
Si las mujeres eminentes que la sociedad ponía de relieve eran escasas (si es que las había) no era resultado de que no pudieran presentar altas capacidades, sino de la ausencia de oportunidades: “Si las oportunidades fueran en efecto el primer determinante de la eminencia, entonces deberíamos esperar que los que pertenecen a las categorías sociales inferiores estén virtualmente excluidos de ella. Esto es precisamente lo que encontramos, puesto que descubrimos que los sirvientes pobres y sin cultura y las mujeres, rara vez han conseguido la eminencia”.
Probablemente una de sus motivaciones para desarrollar este trabajo y su defensa de niñas y mujeres, fue resultado de la experimentación en su propia persona de las barreras que la sociedad blindaba al desarrollo del talento femenino. Tras sus estudios de literatura y escritura, había encontrado reiteradamente cerradas las puertas a su desarrollo profesional tanto como docente en las escuelas de Nueva York como al tratar de publicar sus cuentos o conseguir una beca para la Universidad. Ser una mujer y además habiendo contraído ya matrimonio con Harry Hollingworth constituían dos dificultades difíciles si no imposibles de superar para poder acceder a un puesto de trabajo.
Con frecuencia podemos leer que el padre de las altas capacidades es Lewis Terman (en la misma línea temporal que Hollingworth) o incluso Francis Galton, sin embargo, no podemos pasar por alto la excepcionalidad de Hollingworth en el inicio de la investigación en el campo de las altas capacidades. Se apropió de algunas de las conclusiones de Terman pasadas por alto. En primer lugar, el uso de baremos diferenciados por sexo para evaluar las capacidades de niños y niñas, y, en segundo lugar, destacar que el estudio longitudinal de Terman evidenciaba que eran las niñas quienes alcanzaban resultados más elevados en el CI superando el 190.
Habiendo conseguido convertirse en docente, en una de sus clases conoció de primera mano las altas capacidades en su alumno, el Niño E, Edward Hardy. Desató su interés hacia el estudio de las altas capacidades, convirtiendo a su alumno en objeto de una prolija investigación y publicación siguiendo su desarrollo hasta la vida adulta. Con su marcada motivación hacia el campo le hizo trabajar de forma específica con niños y niñas que presentaban altas capacidades, lo que le proporcionaría las herramientas necesarias para continuar investigando y brindarnos sus rigurosos y significativos planteamientos.
Ofrecer oportunidades para el desarrollo del talento y de las altas capacidades en niños y niñas, son sin duda para Hollingworth una de las claves para su educación. Además, le debemos sus cuantiosas aportaciones como establecer el primer curso en la Universidad dedicado en exclusiva a las altas capacidades, escribir el primer manual en el campo, mantener el rigor durante toda su investigación y sus propuestas sobre emociones, desarrollo social… que todavía hoy son objeto de interés y debate en investigación.
Pese a su temprana muerte al inicio de su quinta década como consecuencia de un cáncer, su aportación merece hoy ser compartida ante los ojos de nuestra sociedad.
Pilar Herce Palomares – Psicóloga Especialista en Altas Capacidades
Colegiada num. CV6428 – Directora de la red de centros de Despierta Talento